¡Hola!
Soy Javier Montoro. Aquí adjunto un documento con algunos de mis poemas y una nota biobibliográfica. En cuanto pueda os mando las fotos con libros y tuppers.
Quería deciros también que, además de ofrecer mis textos y, sobre todo, mi ayuda para coordinar el proyecto, también ofrezco el salón de mi pisito para alguna posible y futura reunión. A ver si surge algo prontito :)
Un abrazo.
Javier Montoro alias Asesino de Espejos tiene 18 años y, aunque es de Córdoba, ahora mismo se encuentra en Granada realizando sus estudios. Estudia el segundo curso de Traducción e Interpretación especializándose en la lengua árabe, aunque también estudia chino y griego, así como algunas asignaturas de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Tiene publicado un primer poemario llamado Anatomía de las Matrioskas que le hizo ganador, el año pasado, a sus 17 años, del premio de poesía Alea Blanca 2008, otorgado por la editorial granadina del mismo nombre. Se trata de un poemario que busca la esencia humana, mecanoclasta, que intenta sacar el vacío que parece haber dentro de muchos. Ha colaborado en algunos espacios digitales y revistas como El Laberinto de Ariadna, En Sentido Figurado o Dulce Arsénico. Recientemente aparece en la revista Los Noveles. Ha sido antologado en la plaquette Poesía Excesiva (El Alacrán Gafe Ediciones, 2009). Colabora en el portal juvenil Territorio K (www.territoriok.org), escribiendo artículos sobre temas diferentes. Es un amante del teatro y la improvisación y forma parte del grupo de teatro Teatrádum. Es promotor cultural y coordinador de las actividades del Colectivo Juvenil Hipervínculos Divergentes, y de su revista digital homónima, que pronto verá la luz. Se encarga de coordinar desde Granada el recital poético multilingüe En Lengua Ajena (http://enlenguaajena.blogspot.com/ ) que pretende unir idiomas y partir de la traducción como punto de encuentro entre voces y literaturas. Mantiene su blog personal http://latintaescarchada.blogspot.com/
TRES POEMAS DEL LIBRO “Anatomía de las matrioskas”
tribulaciones ovinas
que los métodos del pastor eran algo heterodoxos
ya lo sabíamos
también que sobraba detenerse en el espacio, tamizado
de piedras por su acento argentino
no importaba demasiado:
estaban los cinco minutos de la comida para pastar
las nubes, la sobremesa para expandirlas; luego vendrían
[las tormentas
cuando llovía, el pastor nos acariciaba
el estómago, nos estampaba antologías lúdicas,
nos besaba los ojos,
nos tapaba con las manos -la sobrehidratación
es un arma de doble filo-
los días no hacían daño
porque cada vez el pasto sabía más a ozono
hasta que el paladar se quejase
no importaba demasiado:
estaban los cinco minutos de reserva para descubrir
que el Sol podría ser un postre delicioso
pero el pastor era reacio a las indigestiones
y no aparecía llovía mucho
el camino era muy liso y resbalaba
nuestros pasos iban descompasados
los esquemas eran demasiado sólidos
las nubes nos habían sentado mal
cómo entender entonces que nos sobrecogiera la calma
cuando surgió Dolly encima de nuestro pasto
con el Sol en las manos
dispuesta a servírnoslo como quisiéramos
dispuesta a decirnos sonriendo:
“Aquí, tú eres el King”
Ariadna
Los versos de Konstantin Kavafis
jadean en los oídos de la muchacha
Ahora comprende lo que son las Ítacas,
o al menos las Cretas
Ella, que está esmerada
en rodear su isla con alambre electrificado,
fue abandonada por un Teseo oculto entre padres protectores
Si la miras desde tu barco, la verás hacer acopio
de los juguetes de otros niños
Si te acercas a ella, te gritará sus lemas
para que separes la basura:
la confianza al contenedor azul,
el amor al amarillo
De vez en cuando,
contempla extasiada su ombligo
buscando un cordón umbilical
que la una a cualquier origen
Se entretiene dando patadas a un ovillo
de hebra dorada,
y en él envuelve sus dedos heridos
cuando la sal del mar le escuece
Ella no llora, únicamente grita con la cara mojada
La mejor cura para el síndrome de Odiseo
es nadar con los brazos entumecidos, por eso
Ariadna hace kilométricas las orillas de su ínsula
Sabe que su destino está en dirección contraria a Creta
opus tessellatum
Estoy hecho de teselas, teselas sin argamasa de unión
Quizá pasarán algunos años antes de verme totalmente
uniforme, pero hasta entonces no seré más que un resto
arqueológico
Antes los niños podían jugar con las piezas de mi puzzle,
formar mi nariz, arrancarme los ojos, amputarme una mano,
pero sus padres les regañaban y dejaron de divertirse conmigo
Y me duelen sus pellizcos zurdos
Ellos creen que se llevan algo de mí, pero les está prohibido
coger cosas del suelo
Siempre se cansan y yo no lo entiendo, nunca sabré por qué
tienen que dormir la siesta
Ahora ya no están, por eso duermo con la luz encendida, pues
quizá vendrán a recoger sus zapatos,
sus juguetes y la pieza que le falta a mi rompecabezas
“CON LAS PRINCESAS MUERTAS SE HACEN PESADILLAS” (Fragmentos I y II publicados en la plaquette antológica “Poesía Excesiva”)
I
la boca de fresa propaga los gemidos
que vuelven de cera sus dientes
cuando grita
resbalan del aire
los mismos maquillajes
que prolongaron sus lágrimas
de ácido
[al cielo
le bastan
sonrisas húmedas
custodia de los labios afrutados
para derramar las sombras
y cambiar el rumbo
- escupir en las aceras
pintadas
la boca de fresa acaricia las frías paredes
muy de vez en cuando, yo siempre me acuerdo
de cómo tatuaba la habitación
beso a beso
hasta teñirla de fruta
pero la fruta se echa a perder
y la boca de fresa luego se pudre
y los dientes la circuncidan
y poco a poco recuerda
que algún día fue semilla
y terminan los besos
y cualquier gemido,
restregado en las paredes,
enmudece
II
a veces desearía
no haber empezado nunca ese juego
nunca haber descendido a las mazmorras
donde hablaban las princesas de sus príncipes dotados
de un miedo especial a las alturas
y un específico odio a las quimeras
donde entre chismes se reían,
[indefensas, divertidas]
hasta que ardían sus vestidos
en fiestas de pijamas
y se cubrían con edredones
porque entre las rejas de la celda
se colaba el frío
a veces me concentro
en las trenzas invisibles que las colgaban
de las nubes,
en las niñas usándolas como lianas
en cualquier parte abandonadas a su suerte
como estrellas de gas nulo rodando
cielo abajo
y a veces las recuerdo
encajando sus uñas en las piedras
intentando volver a sus ventanas
y orinarse en el colchón
sin represiones
yo simplemente ato pañales
a mi ventana,
no sé subir de otra forma
POEMA INÉDITO
traslación
Disipa las persianas y anuncia
la estela del verano.
Yo despedazaré el frío,
abrazado a mis madejas
de nieve.
Ahora podríamos mover
órbitas de uñas estancadas
en carnes sucias e intrigantes.
Aviso.
Cualquier estación
irá palideciendo en mis pulgares.
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Gracias Francisco. Que sepas que tengo tu libro de las matrioskas en casa. Me lo regaló tu editor jejej
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